jueves, 29 de octubre de 2015

LOS PILARES DEL SISTEMA (I)

El sistema de protección civil es seguramente uno de los sistemas públicos más complejos y difíciles de entender, tanto por su composición amplia y heterogénea como por su variabilidad según el tipo y nivel de riesgo o de emergencia. Además, el uso indistinto de los conceptos sistema y servicio de protección civil contribuye aún más a la confusión, a pesar de que el primero engloba al segundo conjuntamente a otros muchos más elementos. 

Aclarados estos aspectos, es posible abordar como se estructura el sistema de protección civil a partir de la identificación de sus componentes y de esta forma poder entender cómo es el sistema. Partiendo de la vigente Ley de protección civil de Catalunya del año 1997 encontramos que el sistema se compone de tres pilares (sic):







Cada pilar puede considerarse un subsistema ya que incluye diferentes tipologías de servicios
  • Pilar de las administraciones públicas, que incluye:
    • los gobiernos (estatal, autonómico y municipal) y sus autoridades 
    • los servicios de intervención en emergencia (extinción de incendios y salvamento - bomberos, forestales, equipos de rescate, emergencias sanitarias, policías, protección civil, 112, …) 
    • los servicios técnicos sectoriales que participan según el tipo de riesgo (agencias meteorológicas, conferederaciones hidrográficas y agencias del agua, institutos geológicos - sísmicos, agentes mediambientales, ...)
  • Pilar de los servicios de autoprotección, que incluye bomberos de empresa, sanitarios, vigilantes y otros equipos de emergencia de las empresas, públicas o privadas, y concretamente de las actividades siguientes:
    • generadoras de riesgo (empresas químicas, plantas nucleares, …), 
    • que concentran gran número de población (transportes ferroviarios, aeropuertos, …) 
    • que gestionan colectivos especialmente vulnerables (centros escolares, hospitales, geriátricos, …) 
    • servicios básicos (telecomunicaciones, agua, electricidad, …). 
  • Pilar del voluntariado, donde pueden establecerse tres niveles:
    • el voluntariado específicamente considerado como de protección civil, 
    • las organizaciones colaboradoras de protección civil en especial Cruz Roja, y
    • el ciudadano en general por su deber de colaborar aplicando las medidas de autoprotección y las órdenes de protección civil que se dicten.
En el siguiente post analizaremos la importancia del equilibrio entre estos tres pilares del sistema de protección civil.

lunes, 26 de octubre de 2015

GANANDO HORIZONTALIDAD EN LA GESTIÓN DE LAS EMERGENCIAS.

La gestión de las grandes emergencias y catástrofes vive desde hace algunos años un cambio de paradigma que afecta al modelo relacional entre los diferentes actores que intervienen y en especial a como se estructura la toma de decisiones críticas.
Estos cambios ya se han producido en muchos ámbitos de la sociedad, algunos muy relacionados con la seguridad, y en general en los entornos profesionales más dinámicos. En estos casos el modelo organizativo jerárquico, en el que lo más importante es quien manda, ha dado paso a nuevos modelos en los que se potencian las aportaciones de los diferentes integrantes de la organización en el proceso de toma de decisiones. Estos nuevos modelos organizativos no suponen la pérdida de una estructura de mando, que se mantiene necesaria dado que la toma de decisiones siempre debe estar asignada a figuras concretas de la organización, pero sí que dicha toma de decisión revierta de forma más efectiva a toda la organización ya que al haber formado parte del proceso la asume con más facilidad y puede llegar a interiorizarla.

El modelo clásico de gestión de emergencias, herencia de los orígenes militares del sistema, se centra en la identificación del mando táctico al que se supeditan el resto de organizaciones actuantes creando así una estructura jerárquica rígida en la que las aportaciones al proceso de resolución no tienen una vía definida. En estos modelos la gestión de la crisis es un concepto inexistente y la coordinación un verbo irreflexivo asimilado al mando jerárquico de manera que las organizaciones, a excepción de la situada en el vértice de la cadena de mando, difícilmente se sienten integradas en el sistema de emergencias y protección civil. Precisamente, son los diferentes servicios públicos de protección civil los que más están impulsando y aportando para el necesario cambio de este modelo clásico. No en vano el concepto protección civil, acuñado en el IV Convención de Ginebra de 1949 tras la II Guerra Mundial, pretendía de forma clara diferenciar la gestión de emergencias civil de la militar. 
Así, de forma progresiva el modelo de gestión de emergencias está cambiando para incorporar formas cooperativas en las que las organizaciones puedan aportar en cada momento los elementos de valor que favorezcan una resolución más eficaz y eficiente de las emergencias y sobretodo minimizar los daños a la población y maximizar la atención que reciben. Estas aportaciones no se limitan a las organizaciones y servicios públicos, sino que también se extienden al sector privado, en especial a las actividades consideradas de riesgo, a las vulnerables y a los servicios básicos necesarios para la población. Asimismo, las formas cooperativas ponen de relevancia las obligaciones de cada organización y sitúan el foco en integrar estas responsabilidades por encima de someterlas a criterio de una de las partes, sin que ello suponga la pérdida de una autoridad máxima que deba asumir la toma de decisiones en cada caso. 

En términos generales, el camino emprendido pretende garantizar que en cada paso de la resolución de una gran emergencia y sobretodo en cada decisión crítica tomada por la autoridad de protección civil competente, se hayan tenido en cuenta todos los factores críticos para evitar un error en la gestión y una desprotección de la población expuesta al riesgo. Estos cambios suponen inevitablemente que el croquis de la estructura de emergencias esté perdiendo verticalidad en favor de la horizontalidad, al ganar aportaciones en la base de la pirámide que a su vez dan más estabilidad al sistema de protección civil. Se trata sin duda de la transición del concepto coordinar al concepto coordinarse. En este nuevo escenario relacional, el papel de los servicios públicos de protección civil es esencial actuando como facilitador de las relaciones entre las organizaciones y también actuando de enlace entre el ámbito público y el privado, todo ello en medio de una emergencia y por tanto en un contexto de estrés en la toma de decisiones que no favorece dicha interlocución. 
Será esta función de gestor de emergencias la que vaya tomando forma y finalmente consolide a los servicios públicos de protección civil como los directores de orquesta de las emergencias.

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