miércoles, 20 de abril de 2016

LA PARADOJA DEL EXCESO DE INFORMACIÓN EN RIESGOS Y EMERGENCIAS

Derecho a la información y autoprotección

Las administraciones públicas tienen la obligación de informar a sus ciudadanos respecto los riesgos graves a los que están expuestos y las emergencias que les puedan afectar y especialmente de cómo actuar para protegerse. Dicha obligación no solo deriva de las previsiones normativas en materia de protección civil sino también del hecho indiscutible de que esta información salva vidas. Un ciudadano conocedor de las emergencias que le pueden afectar y de las medidas de autoprotección que deberá tomar en cada caso, es un ciudadano más protegido y por lo tanto más seguro que a su vez contribuye a mejorar la seguridad de su entorno.


Autoprotección: imagen de Andrew Suryono

Estas acciones de sensibilización a los ciudadanos por parte de los servicios de protección civil de las diferentes administraciones públicas competentes se han reforzado sustancialmente en los últimos años debido a dos factores principales:
  • La previsión en diferentes leyes de protección civil del derecho de los ciudadanos a ser informados, partiendo de la legislación autonómica más pionera, como el caso de la Ley 4/1997 de Protección Civil de Catalunya (artículo 4), y culminando recientemente con la Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil (artículo 6).
  •  La explosión de las nuevas tecnologías y la sociedad de la información y especialmente a partir de la universalización del acceso a internet, la aparición y crecimiento fulgurante de las redes sociales y el advenimiento de los teléfonos móviles y sus conocidas App.

La paradoja del exceso de información como factor de inseguridad

Es en este contexto en el que aparece la posible paradoja del exceso de información como factor de inseguridad en el ámbito de los riesgos graves y las emergencias. Este exceso de información en general y especialmente en las redes sociales se conoce como “infoxicación”, es decir, información tóxica o intoxicación por exceso de información.


Infoxicación. Fuente: Silvia Albert in Company

Recién estrenado el siglo XXI pocos hubiéramos imaginado que 15 años después nos encontraríamos con la necesidad de analizar si existe un exceso de información al ciudadano en la materia de protección civil. Entonces el debate era el contrario: ¿Cómo abrir la información de los riesgos graves y las emergencias al ciudadano? Incluso había quien se cuestionaba si realmente era necesario. Por suerte el debate se resolvió a favor de la abertura informativa e incluso se ha avanzado un paso más allá y actualmente el ciudadano ya no es un elemento pasivo al que alimentamos desde las administraciones públicas de una información previamente seleccionada sino que es un sujeto activo que decide los datos que son de su interés y cuestiona las informaciones que recibe.

Es precisamente este ciudadano activo el que detecta y hace aflorar la paradoja del exceso de información como factor de inseguridad, es decir, quien en su papel activo y gracias a las redes sociales muestra su queja respecto el exceso de información. Ciertamente, en el momento actual existe un volumen excesivo de información sobre riesgos graves y emergencias y que en muchas ocasiones no está procesada sino que simplemente se publica con la esperanza de que el ciudadano la consuma lo que conlleva lo siguiente:
  • La información no procesada no está adaptada al objetivo que se persigue lo que supone que no es de fácil consumo y conlleva al desinterés del ciudadano.
  • El exceso de información supone una trivialización de la materia de emergencias a la vez que desorienta al ciudadano ante el exceso de interlocutores y datos, lo que deriva finalmente en su incapacidad de percibir objetivamente el riesgo.
Ambas consecuencias anteriores llevan a mayor inseguridad de los ciudadanos ya que no se alcanzará el conocimiento de las medidas de autoprotección sino todo lo contrario: el ciudadano dejará de percibir que es corresponsable de su seguridad ante los riesgos graves y las emergencias.

Niveles de información: adaptación al receptor

Parece claro que el objetivo de unos ciudadanos formados en autoprotección frente a riesgos graves y emergencias no pasa porque las administraciones públicas lancen  al ciberespacio el mayor número de información y datos posibles relacionados con la materia, sino los esencialmente necesarios para permitir a los ciudadanos entender porque y como debe actuar de forma concreta para evitar quedar afectado.

Aquí reside la verdadera especialización de los servicios públicos de protección civil, que deben ser capaces de sintetizar todo el conocimiento técnico que gira entorno a los riesgos graves y las emergencias y traducirlo en mensajes e ideas que el ciudadano pueda digerir de la forma más efectiva posible. Incluso, es necesario poder establecer diferentes niveles de información que faciliten al ciudadano profundizar en el conocimiento de los riesgos graves y las emergencias a medida que sean de su mayor interés. Igualmente, hay que poder diferenciar los niveles de información en función de las responsabilidades del receptor.
Finalmente, nada tienen que ver estas reflexiones con la necesidad de que los servicios públicos de protección civil, los de autoprotección y el voluntariado de protección civil, los tres pilares del sistema de protección civil, sean cada vez más conocedores de los riesgos graves en el máximo detalle posible con iniciativas tecnológicas que faciliten el acceso a esta información. En este caso el debate es otro muy diferente: procesar la información para un acceso ágil en tiempo real. Algunas iniciativas al respecto, muy prometedoras, ya están en marcha.

Nota: si te interesó, puedes leer la segunda parte de este post http://emergenciasproteccioncivil.blogspot.com/2016/05/a-vueltas-con-el-exceso-de-informacion.html

Compartir en redes sociales

Compartir